sábado, 28 de septiembre de 2019

Muerto

La vida no es como te la pintan en las películas o en tus libros favoritos. Todas esas utopías con las que soñamos no son más que eso, puras fantasías que sabemos que nunca llegaremos a alcanzar. La cruda realidad en esta vida es que pase lo que pase, hagas lo que hagas, todo es demasiado relativo y aleatorio. Esta publicación no es apta para sensibles, ya que voy a destripar mis sentimientos y a vomitarlos de una. No es para nada una publicación alegre ni llena de esperanza como algunas de las anteriores. No, esta publicación es para decir que ya estoy fuera de mi límite, que ya el universo se ha cebado demasiado conmigo. En este último año, como comenté en mi anterior post, ha ido transcurriendo con una serie de desgracias que, poco a poco, han ido menguando mi psique y que ya no me queda absolutamente nada. La apatía, ansiedad y malestar inunda mi mente, cuerpo y alma. Cansado de que la vida no haya hecho más que reírse de mí en este último año, grito al cielo un ¡basta ya!. Suplico a los dioses, al universo o a lo que coño quiera que maneje el cotarro, que por favor pare de una buena vez. Que ya está bien por este año, que ya no quiero seguir sufriendo más. He perdido la poca cordura y estabilidad mental que me quedaba, y aunque muchos no puedan llegar a creerlo, he perdido mi paciencia y positivismo. Este fin de año se presenta como algo fatídico por muchas cosas que no voy a mencionar, pero que son demasiado dolorosas. Uno siempre está prevenido de lo que puede ocurrir, pero el batacazo siempre duele más de lo que se imagina. La vida me está enseñando que no estoy hecho para ella, que después de vivir "sin ningún mal" ahora me toca todo junto. Y me refiero en absolutamente todos los ámbitos de la vida. Salud, negocios, música, estudios, familia, amor... Todo esto se resume en una larga lista de cosas que han acontecido y que seguirá creciendo hasta que no llegue el último día del año. Dicen que de los palos que te da la vida debes aprender lecciones y posteriormente es probable que no vuelvas a caer en ellos, pero ¿y qué se puede aprender de las crónicas de una muerte anunciada? ¿Qué se puede aprender de ese gélido y frío abrazo de la parca? No digo que me esté muriendo físicamente, pero sí anímicamente. Miles de pensamientos nefastos no paran de rebotar en mi cabeza, haciendo eco en mi alma y en mi corazón. Algunos tan drásticos y fatídicos, que me llegan a causar ansiedad al ver que pueden ser tan reales como el oxígeno que respiro. Por las noches no puedo dormir, sólo pensar en todo lo que ha pasado y en lo que podrá pasar en los meses venideros. Pensar en todo lo que hice bien o lo que pude haber hecho mal. Pensamientos llenos de ira, impotencia, rabia, desesperación, empatía y, cómo no iba a ser menos, de muerte. Una muerte metafórica, una muerte del alma. Sentirse vacío por dentro es de las peores sensaciones que he podido experimentar, y que no se la deseo a nadie. Estar tumbado en la cama, con lágrimas en los ojos y un llanto incesante en el corazón hacen que te plantees cuál es tu sitio en este mundo. Lágrimas de dolor por todo, y por cosas específicas. Preguntas que rondan mi cabeza y que no paran de repetirse una y otra vez. Esos típicos pensamientos del "y sí?" que lo único que consiguen es destruirme más la poca moral que me queda. Esas películas que uno se monta en la cabeza, y que al final se llega uno a plantear que sean ciertas. Pensar en esos seres queridos que están luchando a contra reloj contra la muerte y que, por muy fuertes que sean, el universo puede cambiar sus destinos en un instante. Ese pensamiento de impotencia al no poder hacer nada más que sentarme a esperar, viendo como todo se va apagando a mi alrededor... Ese dolor premonitorio y angustioso. El saber que ya no hay nada que se pueda hacer, nadie que pueda ayudarte con ese dolor. Esa soledad que me acompaña y me susurra al oído todos mis miedos e inseguridades que yacían tácitas en mi interior, haciendo que cualquier cosa sea cuestionable y de dudosa firmeza. Aquellas cosas en las que creía que era fuerte, resulta que ya no es así, que ahora todo es un castillo de naipes que con la más mínima brisa, terminará por derrumbarse de forma catastrófica. Yo sigo tratando de luchar contra todo esto. Desde lo más profundo del abismo trato de no seguir hundiéndome, aunque sea prácticamente imposible. Roto estoy, y no voy a querer reponerme en mucho tiempo. Aguantaré el tipo, respiraré profundo y trataré de seguir adelante con lo único que me queda vivo, con aquello que por el momento va a ser mi única razón de ser... La música. Esa vieja compañera que siempre ha estado a mi lado en los malos y en los buenos momentos, y que espero que nunca me abandone, como todo lo demás. El simple hecho de pensar que mi enfermedad podría descontrolarse de nuevo y tirar hacia las manos o el oído, me hace tener aún más miedo de la vida. Pero desgraciadamente no me queda otra más que seguir nadando contra corriente, seguir luchando en el ring contra el puto universo, quien está consiguiendo engancharme todos los derechazos que me lanza. El último ha sido el más duro de todos, el que me ha logrado quebrar por dentro todo lo que me quedaba entero. Todo por mi culpa, por creer y soñar que algo podría funcionar. Ha sido un golpe muy duro y que sé que tardaré tiempo en recuperarme. ¿Cuánto? No lo sé, pero tiempo. No guardo rencor, no deseo males a nadie, no quiero que caiga en desgracia. No, no soy de esa clase de personas. Si esto ha pasado así, es por algo. Pero lo peor de todo es que, sé que si se volviese a presentar la oportunidad, no me lo pensaría mucho. Soy una persona fiel a sus principios, a sus ideales. Si me gusta algo o alguien, no paro hasta conseguirlo. Si me enamoro de alguien, no es de la noche a la mañana, y es un sentimiento verdadero. No se pierde ese sentimiento de la noche a la mañana. Muchos odian, repudian e incluso tratan de boicotear la felicidad de los demás, pero yo no soy así. Y sé que dije que no hablaría de nada en concreto, pero esto está para desahogarme. Yo repito y repetiré que, si en un futuro se me volviese a presentar la oportunidad de volverlo a intentar, me lo plantearía seriamente. La vida da muchas vueltas, es cierto, y de peces está lleno el mar dice la gente, pero al final todo es cuestión de dejar que todo fluya y, a veces, se tiene un poco de suerte. Yo he perdido las ilusiones por completo, ya no me queda ese sentimiento que me hace soñar con algo. Eso tenedlo claro. Sólo dejaré que todo pase y si al final la vida decide darme alguna buena noticia, si decide tener un acto de bondad conmigo, trataré de disfrutarlo al igual que lo he hecho hasta ahora. Ahora me queda un largo camino y una ardua lucha contra la ansiedad, la depresión y el desgaste psicológico, pero hay que hacerlo. Es cierto que a pesar de que hayan pasado cosas malas con algunas personas, ellas no tienen la culpa. Y mi pensamiento no va a cambia para con ellos. Es decir, a esas amistades las valoro mucho. Algunas mucho más que otras. Una en especial, que es de las más recientes. Una de esas por las que vale la pena poner la mano en el fuego por ella. Una amistad a la que prometí en su momento cuidar de todo y de todos, y pienso cumplir mi promesa. No porque haya dado mi palabra, que también, sino porque realmente quiero a esa persona, realmente la valoro por lo que ha sido conmigo y por lo que será. Alguien a quien causé daño aunque no sepa admitirlo, aunque se culpe de ello. Pienso seguir luchando por mantener esa amistad, seguir con esos planes locos e improvisados. Porque quiero y valoro muchísimo a esa persona, por ella y por todo lo que representa. Por lo que es, por cómo es, por su forma de pensar y de actuar, por sus gustos y aficiones, inquietudes, miedos y todos los demonios que la rodean. Son contadas las personas por las que estaría dispuesto a darlo todo, y ese selecto grupo de personas sabe perfectamente quienes son (por si están leyendo esto), y esta última persona quiero que tenga claro que también ocupa ese puesto. Valen mucho para mí, y también valen por sí solas, y quiero demostrárselo. Porque están ahí en mis peores momentos, y como no, en los buenos. Esos pequeños haces de luz que me rodean y que sin ellos estaría perdido. Es cierto que la familia también está, pero no es el mismo tipo de protección, que igualmente lo agradezco y siempre se lo agradeceré. Yo sólo espero que en lo que queda de año, los golpes venideros no sean tan dolorosos como los ya recibidos. Le pido a la vida que me ayude un poco, que tenga piedad conmigo, y que haga que la próxima vez que escriba en este blog, haya algo bueno que contar. Por ahora, seguiré ahogado en un mar de lágrimas, empapando la almohada. Mostrándole a quien quiera que me esté viendo, que soy humano y que a pesar de lo duro que trate de aparentar que soy, que también tengo mi lado sensible y frágil. Por mí no se preocupen, supongo que con el tiempo estaré bien, pero no prometo volver a ser el mismo de siempre. Por lo menos no ahora.



"Cuando tienes algo que perder, merece la pena vivir. Pero cuando no te queda nada por lo que luchar, en un instante a la vida quieres ver marchar"

-Éxort, the Old Black Wolf-

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