lunes, 23 de diciembre de 2019

Abulia

El tiempo pasa inexorablemente ante nuestros ojos, imbatible, efímero en su totalidad. En un suspiro, podemos perderlo todo o, por el contrario, conseguir aquello que tanto anhelamos. Desde mí perspectiva, estoy en un punto intermedio. No retrocedo, pero tampoco consigo ver ningún avance. Ni tan si quiera veo mis metas más cerca, a pesar de que lucho por poder dar un paso más para poder alcanzarlas. Desgraciadamente estoy estancado, y eso es algo malo. Pero no me desanimo ni pierdo las ganas de luchar, aunque de algunas cosas sí que me he cansado. En esta nueva década que está por venir, se avecinan vientos de cambio. Una tormenta de fuertes pensamientos y actitudes frente a las adversidades de la vida están por llegar. Estoy cansado de luchar por cosas que veo que, a pesar de saber que no tenían futuro, no hay ningún ápice de movimiento. Cansado de ver como muchos de mis sueños se ven apagados por la fría y oscura realidad. En muchas ocasiones, me he sentido abatido y completamente exhausto, física y mentalmente. En el mar de incertidumbre que se ha creado en mi mente, no paro de remar en círculos en la barca de la racionalidad, que se suponía que me llevaría a buen puerto. En la inmensidad de mis pensamientos hacen eco aquellas ideas que ahora son pura utopía, quimeras que han conseguido desprenderse de mí "perfecta realidad". Pero ya no voy a ceder más, ya no me voy a molestar en tratar de que no caigan tácitas en lo más profundo de ese abismo mental. Ya va siendo hora de soltar lastre y tratar de enderezar el rumbo. No me seguiré aferrando a un sueño que sé que jamás se cumplirá, porque al final eso terminará por destruirme por completo. La vida sigue y, si mi destino es el que no quería que fuese, no voy a forzar un cambio. No por el momento. Hay que dejar que todo fluya porque, al final, la vida son dos días. Hoy estoy aquí, escribiendo estas palabras, y mañana puedo yacer muerto en la cama. Es duro de asimilar, pero es muy real. Es en lo que llevo pensando durante muchas lunas llenas. Trato de evadirme de la realidad en los reinos de Morfeo, pero el frío y gélido aliento de la muerte, aunque sea inconscientemente, me persigue y hace que la ansiedad vuelva a mí. Y todo esto sólo me hace pensar en una cosa: que no voy a perder el tiempo por nada ni nadie, que ya me cansé de tratar sacar las cosas adelante. Que a partir de ahora lucharé sólo por mí. Y si alguien me necesita, por supuesto que estaré ahí, pero que de vez en cuando me gustaría que alguien tuviese el detalle conmigo. No de ayudarme, sino de preguntar sin preguntar, de abrazarme sin pedirlo sabiendo que lo necesito, de mostrar preocupación real hacia lo que me pase, sienta o padezca dejando a un lado la hipocresía y la falsa modestia. Ese otro yo llora aún luchando por salir, que hace un año se hundió en lo más profundo de mi corazón, dolorido, por la intensa lucha vivida en tan poco periodo de tiempo. Pero a pesar de haberme quedado vacío casi por dentro, de no tener ganas de vivir si quiera, decidí luchar. Decidí ponerme en pie, aún sangrando, y volver a caminar de nuevo. A pesar de todos los malos momentos y experiencias vividas este año, y que probablemente me queden por vivir, conseguí el valor para seguir adelante. Y lucho solo, porque me siento solo. Sé que esto lo he dicho en varias publicaciones anteriores, pero a pesar de tener amigos de verdad a mí alrededor que me apoyan y están dispuestos a darme un empujón, siento que estoy solo. Que quiero estarlo, ya que no es una carga que sienta que puedo compartir. La gente ya tiene bastante con sus problemas, ya lidia batallas internas de las cuales no logro ver la magnitud. Si tengo que caer, lo haré solo. Luchando hasta el final como un lobo fiero, pero solo. Porque por mucho que he intentado en ocasiones contarle a esas amistades el cómo me siento realmente, he sentido un nudo en el estómago y no he podido tan si quiera pronunciar palabra de ello. Me siento ahogado por mis miedos, acosado por las dudas, perseguidos por la incertidumbre del presente. Siento que, aunque le lograse contar todos mis pensamientos a alguien, no serviría de nada. Pues nadie podría entenderme, ni si quiera yo mismo. Miro a mi alrededor y sólo veo fuego. Un fuego que está en constante combustión y que no me deja escapar. Sé que sólo yo tengo la fuerza y la astucia para poder evadirlo y extinguirlo, pero no consigo verlo. Muchos me ven bien, pero en verdad estoy muerto por dentro. Puede que muerto no sea la palabra, pero sí en vía de extinción. Mi positividad y mi optimismo están en reserva ya que no logro tener tampoco un estímulo positivo que me de la chispa para poder seguir avanzando. Esto no significa que me vaya a rendir ni mucho menos. Esto es sólo un aviso para todos aquellos que me rodean, para que estén avisados de que algún día explotaré y arrasaré con todo lo que trinque. No me llevaré a nadie por delante salvo a mis propios demonios. En los momentos en los que me siento más débil, escucho audios que fueron, son y serán importantes para mí. Trato de recordar todos los momentos felices que he vivido en... Hace un buen par de meses. Y son esos recuerdos, esos momentos, esas memorias las que me ayudan a coger aire y a seguir adelante. Algunas veces incluso duelen, pero son necesarias estas acciones. Mirar una fotografía, escuchar una canción/audio, ver un vídeo, visitar un lugar... Ese es mi combustible. No pienso en el futuro, porque sólo veo el gran apagón final. Prefiero pensar ya sólo en el presente y en vivirlo al máximo. Pienso disfrutar de los supuestos momentos felices que la vida pueda brindarme de aquí en adelante, y jamás volver a dejar que el corazón lleve las riendas en ciertos aspectos de mi vida. Es muy cierta la frase esa que dice: "No puedes borrar de tu mente lo que no puedes sacar de tu corazón", pero también es cierto que "no hay más ciego que el que no quiere ver". Y yo por suerte ya me quité la venda hace un tiempo. La realidad es la que es, la que me ha tocado vivir. Soltaré esas cadenas que un día me colgué a los hombros, liberándome de ciertos pensamientos que sólo me hacen daño. Cambiaré el camino para poder alcanzar mis metas y cumplir mis objetivos en la vida. Y si resulta que aparece algo a lo largo del camino que me sirva para poder seguir, o alguien que quiera estar a mi lado desinteresadamente, bienvenidos serán. Yo no voy a rogar ni a buscar más nada. Tengo muchas carencias, pero este viejo lobo está cansado de todo, de estar tirando de un carro tan grande siempre. Soltaré la carga y caminaré, y que sea lo que los dioses quieren que sea. Sé que no tengo suerte ni en el dinero, en la salud, el amor ni en la vida, pero seguiré apostándolo todo hasta conseguir todo lo que quiero. Soy un luchador innato, si quiero algo no dejo de perseguirlo hasta conseguirlo. Hay cosas que está claro que no se consiguen así, mas esas son las que dejaré de ir por esa vía. De resto, a levantar la cabeza y no mirar atrás. Seré el ejemplo a seguir que siempre quise tener, y lo seré también para aquellos que quieran tenerme como tal. Nunca más volveré a rogar. Nunca.



"Luchó hasta que no pudo más. Y llegará el día en el que ella le buscará y no lo hallará a su lado. Entonces sólo podrá decir que él era único y suyo... Realmente lo era"

MicroRelato
-Éxort, the Old Black Wolf-

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